Una salud hiperconectada
One health

Una salud hiperconectada

Ante la globalización y el cambio climático, el concepto ‘One Health’ quiere dar un enfoque integral a la salud, en el que cuenta la salud humana, la de los animales y la propia del planeta

Yolanda Meije | Doctora

Existe la teoría de que el batido de las alas de una mariposa en una zona del mundo podría acabar generando un terremoto en la otra. Esta teoría, que involucra un sinfín de casualidades, pone al mismo tiempo en relieve un nivel de conexión que podría llegar a sorprendernos.

Por otro lado, es un hecho que en los últimos años hemos normalizado enfermedades como el Ébola, el Zika, el covid-19 o la viruela del mono; y que hemos asistido, como observadores pasivos, a la aparición de nuevas infecciones que desde cualquier parte del mundo llegaban hasta nosotros en tiempo récord.

Una situación sin precedentes históricos, pero que hemos aceptado con resignación y aplomo. ¿Será por tanto verdad que a día de hoy vivimos en un mundo mucho más conectado de lo que en un principio pudiéramos creer? ¿O que lo que pasa en una parte del mundo tiene consecuencias inmediatas sobre la otra?
 

Salud animal

• Pérdida de la biodiversidad
A día de hoy, un millón de especies se encuentran en peligro de extinción, es decir, una de cada ocho especies podría desaparecer en los próximos años. La disminución de la biodiversidad y la extinción de especies, que actúan como hospedadores de virus, rompen la cadena de contagio o el cortafuegos existente natural, y colocan a las personas como huéspedes directos para esos virus.

• Cambios en el clima
Se sabe que los cambios de temperatura influyen en la abundancia y duración de la vida de las garrapatas. Los cambios climáticos afectan además a los patrones de migración de las aves, que tienen un papel fundamental en la propagación de enfermedades zoonóticas. Esta situación ha provocado que patologías como la enfermedad de Lyme, transmitida por garrapatas, se haya visto incrementada en los últimos años debido al calentamiento global. También ha provocado que casos de fiebre hemorrágica Crimea-Congo hayan podido aparecer en España en los últimos años (Extremadura o Castilla y León), y por la transmisión directa de la infección desde las garrapatas de las zonas rurales donde habitan.

• Ganadería intensiva
La ganadería intensiva tiene sus efectos también en la deforestación, en el elevado consumo de agua y en la contaminación del suelo, a través de las heces y el amoniaco proveniente de los piensos.


Llamamos zoonosis a las enfermedades transmitidas del animal a la persona, o bien directamente o bien indirectamente, a través de vectores como los artrópodos. El covid-19 ha sido una de estas zoonosis, con toda la repercusión y morbimortalidad ocasionada. Se estima que más del 75% de las nuevas infecciones serán también enfermedades zoonóticas. Es más, existen hasta 1,7 millones de virus que podrían dar el salto a la especie humana en los próximos años. El hecho es que no sabemos cuál será el nombre del próximo virus que pueda aparecer, ni queremos saberlo, pero lo que sí sabemos es que es nuestra responsabilidad como seres humanos cuidar del planeta en el que vivimos. La protección y el amor a la naturaleza que tan instaurados están en las poblaciones indígenas no son solo obligados, a día de hoy, como respeto al mundo que nos acoge y como legado a nuestros descendientes, sino imperativos para revertir la situación que estamos viviendo.

El mundo es, como hemos visto, una unidad en la que todos estamos íntimamente conectados; y en la que tanto las personas como los animales y el ecosistema estamos completamente vinculados. La salud global involucra, por tanto, a la salud animal, la ambiental y la humana.

El concepto One Health (‘una sola salud’) se abre paso como estrategia mundial necesaria para enfocar este problema como un todo e incluyendo al planeta como factor prioritario para la salud global. Un concepto que nos permite ahondar en la globalización, en la importancia del desarrollo sostenible, del comercio de animales o de las posibles zoonosis a las que aún estamos expuestos.

Fue a principios del año 2000 cuando la OMS introdujo este concepto para abordar los riesgos de salud pública, y que se habían visto incrementados por la globalización y el cambio climático. Sin embargo, está siendo en estos últimos años, y tras la pandemia, que el enfoque se ha hecho prioritario para todas las organizaciones de salud internacional.

Es necesario abordar la situación desde un punto de vista integral y unitario, que nos permita adelantarnos a futuras amenazas y que aborde el problema desde un punto de vista de prevención y no de respuesta ante la enfermedad.
 

Salud humana

• Menos aves
Científicos del Grupo de Investigación en Gestión de Recursos Cinegéticos y Fauna Silvestre del Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos y de la Universitat de Lleida han estudiado los efectos de la expansión urbana sobre la migración de las aves en Europa y, especialmente, de la codorniz común. Los resultados destacan que la codorniz no solo ha perdido su hábitat en la Europa urbanizada, sino que también ve entorpecida su migración por la gran cantidad de suelo urbanizado y la contaminación lumínica, que propician las colisiones de las codornices con infraestructuras. Desde una perspectiva ‘One Health’, tiene consecuencias, ya que estas aves comen mosquitos. La ausencia de aves favorece la propagación de esos insectos, que además pican a las aves muertas y pueden transmitir enfermedades a los humanos. Así, si durante la migración las aves impactan contra infraestructuras, la probabilidad de que un ave sea picada por un mosquito y de que este transmita una enfermedad a un humano aumenta considerablemente.

• Bacterias más resistentes
Muchas de las bacterias que contaminan los alimentos se han hecho resistentes a los antimicrobianos, lo que hace más difícil el tratamiento de enfermedades transmitidas por los alimentos. Utilizar bien los antimicrobianos en la producción de carnes, productos alimentarios marinos, huevos y leche, así como frutas y verduras, puede reducir el riesgo de bacterias resistentes a los antimicrobianos en los alimentos.

• Alimentos fundamentales
El 60% de todas las enfermedades infecciosas humanas tiene un origen zoonótico y alrededor del 75% se transmite entre especies. Las enfermedades de alto impacto afectan a alimentos fundamentales derivados de la ganadería, que constituyen el 33% de la proteína y el 17% de las calorías ingeridas en la alimentación.


Vivimos en un mundo que está diseñado sobre un equilibrio perfecto, sin embargo, no dejamos de alterar continuamente la balanza, generando múltiples amenazas contra nosotros mismos y contra el resto del planeta. Es alarmante pensar que el 75 % de la superficie terrestre ya ha sido transformada significativamente por la humanidad y para su beneficio.

La deforestación y los cambios en el uso de suelo, el comercio y transporte internacional y la agricultura o la ganadería industrial son los tres principales determinantes del riesgo de zoonosis en los próximos años. Pero ¿de qué forma el cambio climático, o la preservación de los ecosistemas, incrementa el riesgo de zoonosis? Los factores climáticos tienen un papel importante en la incidencia de enfermedades transmitidas por vectores como son los mosquitos o las garrapatas. La temperatura mundial ha aumentado significativamente en los últimos años, con una tendencia acelerada al calentamiento global. Modelos matemáticos sugieren que esta situación acelerará también la velocidad de transmisión de las enfermedades ocasionadas por mosquitos y ampliará su distribución geográfica.

El calentamiento global acelerará también la velocidad de transmisión de las enfermedades ocasionadas por mosquitos y ampliará su distribución geográfica.

El calentamiento global influye también de manera importante en el ciclo del fenómeno climático El Niño, asociado con un mayor riesgo de enfermedades transmitidas por diferentes mosquitos, como son el Dengue o la fiebre del Valle del Rift. Y es que en climas secos, las lluvias torrenciales proporcionan condiciones ideales de reproducción para los mosquitos. Si a todo esto le sumamos que, cada año, más de 4.000 millones de personas viajan de una parte a otra del mundo, con el consecuente riesgo de transmisión de enfermedades más allá de las fronteras; o el continuo traslado de animales desde su hábitat a mercados urbanos y un mayor contacto con animales salvajes y domésticos, tenemos el cóctel perfecto para incrementar la transmisión de enfermedades del animal a la persona y de ahí entre países, de forma rápida y global.

Observando los movimientos poblacionales, la situación actual del planeta y el uso que hacemos de los animales, ¿todavía nos sorprende que lo que pasó en Wuhan llegase hasta nosotros, o que si no hay vacunas en África aparezca una nueva cepa ómicron de covid-19 en Sudáfrica y de ahí al resto del mundo; o que si un niño come carne de simio en el Congo y desarrolla viruela del simio no acabe llegando la infección hasta nosotros?

En 1987 el Dalai Lama ya adelantó: “El mundo se vuelve cada vez más pequeño, cada vez más interdependiente… Hoy más que nunca, la vida debe caracterizarse por un sentido de responsabilidad universal, no solo de nación a nación y de humano a humano, sino también entre los humanos y otras formas de vida”. Cuidemos de nuestro planeta y de los seres vivos que en él habitan.
 

Medio ambiente

• Clima
La variación de las condiciones climáticas, como la temperatura, los patrones de lluvia y la humedad, ha provocado un efecto directo en la longevidad del mosquito Anopheles, que transmite la malaria. Como resultado, estamos viendo un aumento de transmisión de malaria en zonas en las que previamente no existía la enfermedad.

• Deforestación
La tala de áreas forestales crea un hábitat ideal para la reproducción del mosquito Anopheles en el Amazonas, donde la falta de árboles hace que no se absorba el agua y que se formen charcos y áreas de aguas estancadas, que parecen ser los principales favorecedores de su propagación. Se ha visto, además, que los mosquitos que transmiten la malaria pican a los humanos 200 veces más en las áreas deforestadas que en las forestadas.

• Agricultura
La deforestación de las selvas de Indonesia, para dar espacio a la agricultura, conllevó que los murciélagos de la fruta buscaran otro hábitat, transportando consigo una enfermedad mortal transmitida por el virus Nipah. La aparición documentada de esta infección en agricultores malayos y los posteriores brotes recurrentes en todo el Sudeste Asiático fueron la consecuencia.